La última obra de Lars Von Trier ha estado llena de polémica. Desde su estreno en Cannes, numerosos retractores han tachado a esta película de "misógina" o "grotesca" entre otras lindeces. No en vano, está claro que no es un film para todos los públicos, pero no ya por su alto contenido violento, sino por la arrolladora cantidad de simbolismo que lleva consigo, algo que para el público generalista pasará inadvertido o peor aún, lo utilicen como arma para desprestigiar a Von Trier aludiendo que su obra es pretenciosa y a la vez vacía.
Pues bien, "Anticristo" puede gustar o no, puede resultar algo anodina o excesivamente manierista si se quiere. Pero lo que no se puede decir es que sea una cinta vacía, tampoco decir pretenciosa, pues todos sus puntos álgidos están bien enmascarados y en ningún momento el espectador tiene la sensación de ver un espectáculo de masturbación autoril. A pesar de ello Von Trier será criticado, y es curioso, porque la propia crítica que se le hace da sentido a su obra. Es decir, lo que vemos es tan perturbador, artístico e íntimo a la vez, que el simple hecho de que la gente eche pestes de esta obra sólo la hace más grande, ya que cumple perfectamente con el cometido que toda obra de arte ha de tener; "generar la catarsis del espectador", esto es, provocar un sentimiento extremo. En este análisis intentaré destacar algunos de los lugares (principalmente simbólicos) por los que se mueve el film partiendo del prólogo.
Así pues, quiero destacar brevemente un par de ideas, la primera, que "Anticristo" es un homenaje al cine intimista de Tarkovski, algo que explícitamente se dice al final de la misma con una dedicatoria escrita, además los únicos dos personajes que aparecen en la misma son la pareja interpretada por Willem Dafoe y Charlotte Gainsbourg. Por otro lado, asegurar que la película no contiene un mensaje misógino en especial. No al menos que otras miles de obras de arte realizadas a lo largo de los siglos, pues de la misma forma que en "Manderlay" Von Trier ponía al espectador de cara al racismo y le hacía verlo desde una perspectiva inédita, profana y casi prohibida en nuestra sociedad (la perspectiva del que es racista y se considera como tal con sus razones) aquí lo hace con el odio hacia la mujer, de esta manera, nos damos cuenta de que durante prácticamente toda la historia del arte, la mujer ha cumplido un papel de dos caras, la del sufrimiento, la que da vida, y por otro la de la muerte, la alocada, ilógica y sedienta de sangre (no en vano ahí tenemos, entre otras, a la Salomé de la iconografía cristiana como testimonio).
Porque si la naturaleza es la iglesia de Satán, donde el caos reina (lo real se presenta en su verdadera forma, la de la desorganización del mundo terrenal) la mujer es el anticristo. Es decir, el hombre intenta dar significado al mundo, ordenarlo y entenderlo. Incluso aunque el mundo no está hecho para ser entendido por el ser humano, tendemos a organizar todo lo bueno y lo malo, en torno a iconografías que nos resultan familiares (el infierno y el eden, que además en la película es, irónicamente, la casita de descanso de los protagonistas). Para entender mejor toda esta red de simbolos que se repiten a lo largo de la película he realizado un análisis sobre el prólogo de la misma, en el que intentaré dar algo de luz a esta refinada escena repleta de momentos caóticos.
Al dar comienzo el film se nos presenta una pizarra llena de manchas de tiza sobre las que se escribe "Prólogo". La música descarriada que pretendidamente hace unos "desacordes" tiende de forma clara al caos, en contraposición con lo que veremos más adelante, absolutamente estilizado tanto en cuanto a imagen como sonido. Esa ambiguedad es la clave para entender la escena y por ende, la película.
Lo primero que vemos es una mano abriendo el agua de la ducha, de alguna forma se nos anticipa el torrente de imágenes que vienen a continuación. El agua cae junto al hombre, no lo purifica, sin embargo si que lo hace sobre la mujer, que claramente se ve sobresaltada por el agua que la cae encima. Después, llama poderosamente la atención la forma en que ambos cuerpos se unen a través del sexo, en una imagen concisa, se ve como el pene se introduce en la vagina de manera explícita, llama la atención esta imagen, cuyo signnifcado suele estar unido al de la pornografía debido a que puede resultar extremadamente directa para el espectador medio, resulta curioso que esta imagen de significado tan unido a lo caótico y brutal vaya acompañada de una imagen pulcra y una música tremendamente armoniosa, con lo que ya encontramos en un primer momentos dos derroteros por el que deambulará la película: armonía y caos.
Más adelante, las escenas de sexo que llevan a cabo la pareja (Dafoe y Gainsbourg) tendrán una insistencia en mostrar la cara de ardiente e incontrolable deseo de la mujer y la semblanza y calma del hombre mientras hacen el amor. El contraste lumínico es muy grande, dando lugar a que veamos el rostro de ella con muchas sombras, muy deformado por las arrugas de la piel, de alguna forma el espectador, dentro de la iconografía y cultura que tiene, puede identificar su rostro teniendo un orgasmo con el de un demonio. En cualquier caso sus gestos son bastante primitivos, hacen referencia a su propia naturaleza hedonista. Ese arrebato de pasión de ella es sin embargo pasivo, pues ella recibe, y tras ese momento caótico llegará la armonía, nos anticipa alguna clave de su carácter, mientras que el hombre, a pesar de llevar el peso de la penetración, no muestra de una forma tan desaforada su pasión, en realidad apenas la vemos vislumbrada, pues todo parece hacer referencia a ella.
En cuanto al niño en su cuna, hay una analogía que comentaré más adelante, pues primero nos llama la atención la lavadora junto a ellos haciendo el amor, una imagen simbolista que parece querernos decir que el útero de la mujer está en pleno funcionamiento (y sólo se detendrá al final de la escena, cuando la lavadora se pare y toda la ropa se quede en un impoluto color blanco). Además el niño salta de la cuna y ve a sus padres hacer el amor, lo que le lleva, de un modo poético, a acercarse a la ventana (subyace la idea voyeur de querer acercarse a la ventana hasta que uno se cae, es decir, que esa imagen, tan impactante para el niño, le lleva a acercarse en exceso). Mientras que la muerte se está fraguando (el niño sube a la mesa para acercarse a la ventana) la vida también (esa centrifugadora en pleno funcionamiento).
La radio del niño aparece en primer plano, adivinamos que el niño que está en su cuna jugando con un osito de peluche está escuchando a sus padres hacer el amor, algo que le atrae y le lleva a querer verlos. Esto puede ser interpretado a nivel psicológico como una de las fases del niño de las que habla Freud, en la que el niño ve cómo el padre "agrede" sexualmente a la madre. Otras imágenes que aparecen son comparaciones directas con el acto sexual; aparte de la ya mencionada lavadora o incluso la ducha, hay un instante en el que una botella de agua cae y se derrama, en lo que análogamente es el orgasmo femenino que sale afuera ante un impacto violento (en este caso un temblor propicia que la botella caiga).
Las tres esculturas que el niño aparta al subirse a la mesa simbolizan claramente (tienen escrito en su base las palabras) dolor, pena y desesperación, las tres parcas que en un nivel simbólico (y que más adelante en la película entenderemos por qué) se llevan al niño, aunque en un nivel real lo que sucede es que el niño se tira por la ventana seducido por los copos de nieve que caen (cuya imagen resulta muy parecida a la de la ducha del principio) ¿significa que el niño, al intentar retomar su pureza, muere? Es una interpretación ambigua y queda en el aire. Aunque de lo que no hay duda es que lo real, aquello que sacude el tejido de la realidad y expone durante unos segundos una realidad, es la muerte del niño, unida al orgasmo de la madre.
Volviendo a las estatuas, cada una representa un "dolor" ya sea psíquico o físico, y todas tienen las manos extendidas como para amortiguar la caida de alguien, lo que nos lleva a pensar que anticipan de una manera simbólica la muerte del niño.
Cabe destacar en este punto el contraste imagen-música, en el momento en que la canción habla de la libertad y termina, ella tiene un orgasmo liberador, pero a la vez su hijo muere al caer de un segundo piso, por tanto, de una manera inconsciente juega con los verdaderos deseos de ella como mujer que, como veremos más adelante en la película, van en contra de los varones. Es interesante al menos constatar que la finalización de ese orgasmo, esa inyección de vida, es a la vez un choque con la muerte.
Este es al menos un primer acercamiento al prólogo que puede dar una idea de los caminos por los que irá la película más adelante, aunque es una escena de indudable calidad escenográfica, el resto de la película no le irá a la zaga, resbalando siempre entre una escenográfica pretendidamente torpe con la del refinamiento más puro, todo además, repleto de simbolismo.
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