miércoles, 17 de febrero de 2010

MEJORES PELÍCULAS DE LA DÉCADA (Año 2005)




  Muy buen año para el cine independiente, con títulos como "Transamerica" o "La vida secreta de las palabras" están entre lo mejor y más variopinto estrenado. Grandes directores como Miyazaki con "El castillo ambulante" o Spielberg con "Munich" volvieron a tocar las cotas de calidad más altas. Incluso Peter Jackson sorprendió con una versión más profunda de lo esperado del mito "King Kong" con una impresionante Naomi Watts enamorando a la bestia. Pero sobre todo destacar la adaptación que Joe Wright hizo de "Orgullo y Prejuicio" con Keira Knightley, una historia atemporal y perfecta de Jane Austen rodada con un clasicismo de otra época. 
P.D: Perdonad por el cambio de formato entre títulos, no es un fallo mío.

AÑO 2005 DIEZ MEJORES PELÍCULAS:

10.Memorias de una Geisha (Rob Marshall)


  Se la sigue calificando hoy en día como "fría" y demasiado arquetípica.  En realidad a nivel artístico esta película está por encima de casi todo lo estrenado ese 2005: Dirección artística, interpretaciones, vestuario, fotografía y, sobre todo, banda sonora. La música de John Williams envuelve este relato ganador de 3 oscars con una de las mejores partituras de la historia de la música para películas.
  Quizás lo único en lo que falla esta gran epopeya sobre una época y un lugar perdidos, recubiertos de un lujo asiático que quizás nunca existió, es la propia historia de la que parte, demasiado arquetípica en ciertos momentos, es una historia de superación que uno tiene la sensación de haber visto mil veces, aunque no de una forma tan bien montada. Mucha gente la considerará aburrida, pero si te dejas adentrar en su mundo, Memorias de una geisha ofrece mucho más de lo que su fachada de oro deja entrever.


9. Three Times (Hou Hsiao Hsien)





 Hou Hsiao Hsien es uno de esos artistas que no se preocupan por si su película será vista por un gran público o sólo por un reducido grupo de personas. Después de Millenium Mambo, en Three Times da un paso más en su disección de las relaciones humanas, la incomunicación y cómo ha cambiado a lo largo del tiempo. Tres historias situadas en distintas épocas en Taipei (en 1911, los años 60 y finalmente 2005) y con distintos personajes interpretados magistralmente por una Shu Qi en estado de gracia y un Chang Cheng bastante inexpresivo. 
  Pero la película no es sólo eso, pues en cada época sus formas de hablar y relacionarse cambian, consiguiendo una profundidad enorme de intercalado emocional. Si a esto le sumamos que la realización también hace mella dependiendo del momento que cuente veremos cómo en 1911 la historia que se nos cuenta, de concubinas y "prostitutas" de un rango social casi inalcanzable, con el modo típico de la época, de forma muda y con intertítulos, como en el cine mudo, sólo con música instrumental, muy de moda en esa época entre la clase alta, justo antes de que depusieran al emperador chino. Los años 60 son vistos como el inicio de las relaciones de forma clara y alusiva,  dos amantes furtivos, uno que busca a lo largo de todo el país a la otra con música de autor muy sesentera. Finalmente en la actualidad se nos muestra una juventud que ha perdido el norte, que da un valor nulo a su cuerpo y su espíritu cuyo único interés es triunfar sobre los demás. Todo ello visto a través del neón. Gran película muy poco conocida de un genial realizador.

8.Los tres entierros de Melquiades Estrada (Tommy Lee Jones)
  Tommy Lee Jones dirigía su ópera prima en 2005, una gran película que le valío el reconocimiento en el festival de cine de Cannes.  Con Guillermo Arriaga en el guión, la desestructuración de la historia es más comedida que en 21 Gramos, aquí la historia se divide en esos tres entierros de un inmigrante mexicano en EEUU, asesinado por un patrullero xenófogo de la frontera, al que el personaje de Tommy Lee Jones (amigo del fallecido) secuestrará y obligará a realizar un viaje redentor a lo largo de la frontera hacia el hogar de Melquiades para darle un entierro justo.
  Este argumento puede parecer nada especial, pero Lee Jones convierte todo en pequeños momentos de gran cine, de soledades y necesidades encontradas y sobre todo, de humanidad. Grandiosa película con un ritmo muy bien llevado.

7. Match Point (Woody Allen)

  Sin duda, el mejor guión original del año. Una película repleta del humor sutil de Allen y con su omnipresente persona pero sin agotar como en otras ocasiones, la premisa.  En general, lo que cuenta la película podría resumirse como "el azar controla nuestras vidas" y es que pese a las acciones inmorales y ocultas que los personajes toman, o cómo intentan esconderlas, es ese factor de suerte el que lo decide todo, genial esta metáfora con la de un partido de tenis.
  En cuanto a los actores, todos ellos estupendos, de hecho creo que este fue el principio del fin de Scarlett Johanson como buena actriz, pues tras este film no ha vuelto a hacer muestra de su talento. La mejor película de Woody Allen en años (que a día de hoy sigue sin superar con sus nuevos proyectos).

6.Nadie Sabe (Hirokazu Kore-eda)


  El cine japonés estaba muy inactivo los últimos años, pese a haber dado a luz obras maestras y clásicos irrepetibles, sólo Takeshi Kitano, Miike o Shukamoto lo habían estado revitalizando durante los 90. Sin embargo, ese aroma a obra de Yasujiro Ozu que desprende "Nadie sabe" se había perdido durante décadas.
  Basada en una historia real acontecida en Japón en la que una madre abandonó a sus cuatro hijos y el niño mayor (en la foto, Yuga Yagira) se hizo cargo del resto durante un año en el que sobrevivieron sin que nadie se enterase de su situación. "Nadie sabe" es una historia humilde, bien contada, con un respeto profundo hacia el mundo infantil y la vitalidad que este transmite. Es una obra potente, que hace reflexionar, bastante imprevisible en su desarrollo (lo que tratándose de un drama social es bastante).

5. El Jardinero Fiel (Fernando Meirelles)

  Después de "Ciudad de dios", Fernando Meirelles se convirtió por derecho propio en el abanderado del cine brasileño. Hollywood no tardó en llamar a su puerta para dirigir esta adaptación del thriller de John LeCarré, sin dudas, su obra mejor adaptada. Y es que el factor humano es transmitido a través de las imágenes de forma mucho más interesante (rozando lo documental) que en la novela. A pesar de tratar una obra de ficción la película muestra todos los hechos como reales y se fija más en apostar por una reflexión de la África actual más que por los acontecimientos descritos en la novela.
  Destacar también que la relación entre Rachel Weisz (asesinada desde el primer minuto de metraje) y Ralph Fiennes es de lo más emotivo, hermoso, sincero y puro que se ha visto en cine, quizás gracias a los actores, o quizás a la inmensa realización de un cineasta, Meirelles, que últimamente no está tan valorado como debiera.

4. Hierro-3 (Kim Ki-duk)

 Kim Ki-duk realiza su mejor película (que no es poco) contando la historia de un hombre que se mete en las viviendas de otros mientras estos están de vacaciones. Pero lejos de robarles él les hace la colada y les mantiene la casa en perfecto estado hasta su regreso sin que jamás se enteren. Un día en una de esas intrusiones conocerá por casualidad a una mujer harta de la vida que se le une. Juntos viven sus vidas a través de las paredes de los demás, construyendo una relación casi fantasmal, sobre todo de cara al esposo de éste.
 La forma en la que está contada es quizás su mayor baza. Kim ki-duk es un cineasta que cuenta más con menos, la mayor parte del metraje de sus películas se desarrollan en el silencio, casi como una película muda, rellena de poesia cada encuadre, fotograma y sonido en una historia simple pero repleta de belleza en el mejor estilo. Una de las mejores películas de la historia y, a mi parecer, junto a Oldboy, la mejor película coreana.

3. Zona Libre (Amos Gitai)

  La mejor película del festival de Cannes de ese año, Zona libre, de Amos Gitai, es una interesantísima reflexión sobre el conflicto israel-palestina a través de tres mujeres; una judía americana (Natalie Portman), una hebrea (Hanna Laszlo) y una palestina (Hiam Abbas). La historia se desarrolla prácticamente en su totalidad en un viaje en coche de un lugar a otro, sobre todo con los dos primeros personajes mencionados, cada una tiene un motivo para entrar en ese área conflictiva (el dinero, el viaje existencial, o simplemente la necesidad). 
  La realización nos muestra un lugar casi inexistente, a través de panorámicas y pequeños momentos de la vida de personajes obligados a vivir en una esquizofrénica situación en la que nadie se fia de nadie y cada uno cree poseer la verdad (salvo el personaje de Portman, más un espectador desconocedor que uno de estas almas en pena).
 Destacar el cameo de Carmen Maura y sobre todo, los diez primeros minutos de película con una angustiosa Natalie Portman llorando al ritmo de una música que pone los  pelos de punta al más insensible.





2. El Nuevo Mundo (Terrence Malick)






 Bueno, y ya nos adentramos en el terreno de las absolutas obras maestras. Esta que nos ocupa no es una película, sino mucho más.  Esta concebida como una sinfonía a la naturaleza, y al verla uno tiene dos opciones: si espera ver una película convencional, aburrirse, pero si se deja llevar por su belleza y sensibilidad, puede que sea uno de los viajes cinematográficos más hermosos de su vida.
 Terrence Malick regala una sucesión de momentos de una planificación que supera los límites de la semiótica; cada momento es casi un sentimiento, esa increible fotografía unida a la armónica banda sonora provoca en el espectador una catarsis de sensaciones que equivalen a lo que la humanidad debió sentir al descubrir ese mundo en simbiosis con la naturaleza. Una verdadera oda a la naturaleza y al poder del ser humano de corromperla a toda costa por su propio interés. Como he dicho al principio no es una película, pues sus imágenes superan la barrera del celuloide.

1. Brokeback Mountain (Ang Lee)



  Un clásico instantáneo, la película más madura, repleta de matices y sobre todo elegante, algo que probablemente fue lo que enfureció a sus homófobos opositores. La tranquilidad con que rueda cada plano en la naturaleza de estos dos hombres enfrentados a sus propios deseos es abrumadora para el mundo de hoy en día. Parece un clásico, una obra maestra de otra época (aunque por su tema principal hubiera sido imposible ser realizada en otro momento). Quiero parafrasear una crítica de "La butaca" que me pareció respondia a la perfección con lo que siento hacia este film:



  "A veces las simplificaciones del mundo mediático son especial-mente injustas. La "película de los vaqueros gays" es uno de los casos más sangrantes que han pasado por las pantallas reciente-mente. "Brokeback Mountain: En terreno vedado" habla de dos personas que sufren porque el paso que podría llevar a su felicidad es-tá cegado por un muro de ignorancia. He oído a algún crítico comentar que los protagonistas de la última película de Ang Lee se niegan a sí mismos esa posible felicidad porque no terminan de aceptar lo que sienten. Falso. Ennis (Heath Ledger) y Jack (Jake Gyllenhaal) son conscientes durante toda su historia de lo que les late dentro, aceptan lo que tienen porque les desborda la piel. Somatizan la intensidad de lo que sienten en arrebatos de violencia, en vómitos, en golpes y hasta en sangre provocada en la persona a la que aman.

Ang Lee ha creado una obra transgresora por su radical sinceridad. Pocas veces una pantalla de cine ha tenido tal capacidad para arrastrar al espectador hasta el núcleo de lo que sienten sus per-sonajes (no sólo sus dos protagonis-tas, sino también sus respectivas pa-rejas o incluso los padres de Jack). En gran medida, es ésta una labor de actores, de un cuarteto protagonista que con un Heath Ledger simplemente magistral (ni siquiera merece la pena ahora evocar la figura de Brando) al frente, consigue golpear con cada ric-tus, cada bajada de sombrero, cada temblor en la boca de Alma (Michelle Williams). Digo que “en gran medida” porque en medio está la figura de un director que siempre ha sido brillante, pero que en esta ocasión se revela como algo más que eso. La limpieza, el gusto por el silencio significativo, la inteligencia en el encuadre y en la transición de "Brokeback Mountain: En terreno vedado" recuerdan a todo lo que el propio Eastwood demostró en una obra maestra como "Sin perdón".

Se habla en esta historia del dolor de las oportunidades perdidas y, sobre todo, del dolor que causa el ver que la vida no es algo que construyamos, sino algo que, la mayor parte del tiempo, nos pasa. La comprensión llega muchas veces demasiado tarde y otras tan-tas teñida de imposibilidad y resentimiento. Todo eso en cada se-gundo, en cada plano, porque no existe en "Brokeback Mountain: En terreno vedado" lo que podríamos llamar escenas de paso. El crecimiento en intensidad de la película es muy llamativo y, a partir de cierto momento, todo, incluso las secuencias que en cualquier otra película sólo funcionan como preparación de una situación posterior, tiene aquí una fuerza inusitada (ver la escena de Ennis con su amante o con su hija).

La historia de Ennis y Jack no es necesariamente la historia de dos hombres enamorados en un con-texto hostil, o al menos no es sólo eso. Apela a la imposibilidad de la satisfacción que hay en heterose-xuales, gays, lesbianas, digámos-lo, apela a la cualidad de cual-quier ser humano para sufrir y vi-vir una vida de segunda como la única posible. Esta vida de segunda que aquí aparece marcada por la im-posibilidad de un ambiente hostil a este amor, pero que también aquí se matiza con las propias decisiones personales. Se puede tener muy claro lo que se quiere y, sin em-bargo, ponerse a uno mismo trabas constantes en el camino hacia la consecución de ese deseo. Pero no hay marcha atrás, y de he-cho, la marcha atrás se sospecha igual de peligrosa en la especu-lación. Al final sólo queda el fetiche, la camisa vacía que un día lle-vó la persona que se amó, cuando aún todo parecía posible (ver el precioso flashback casi al término de la película)." 
Ojalá algún día pueda expresarme tan bien como lo hace David G. Natal en esta crítica, esto de acuerdo en todo, una obra maestra imperecedera realizada con elegancia que parece venida del futuro (por su franqueza a la hora de lidiar con el tema homosexual sin tapujos ni tonterias artificiosas) y del pasado (por su buen hacer) pues es un clásico a la altura de los mejores de la historia.

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