jueves, 6 de octubre de 2011

Wrecked (Michael Greenspan, 2010) Una oda a la nada

 El punto de partida de esta película independiente norteamericana es altamente interesante: "Un hombre (Adrien Brody) despierta en un coche destrozado por un accidente en medio de un bosque junto a los cadáveres de los otros ocupantes y con amnesia." Aunque los primeros minutos como espectadores estamos igual de aturdidos que el protagonista y no sabemos que nos espera, pronto nuestras expectativas caen desde lo alto y se estampan contra una de esos guiones de bajo concepto tipo "Buried (enterrado)" o "127 horas" en las que el protagonista, casi inmóvil, tiene que lidiar con los elementos que tiene a su alrededor para intentar sobrevivir. Esta nueva moda de películas suelen contar con un único actor que veremos sufrir a lo largo del metraje. Si en Buried era Ryan Reynolds y en 127 horas James Franco, en esta ocasión tenemos a Adrien Brody, que probablemente buscaba otra nominación al óscar por este papel ya que no no se explica su interés en este proyecto. 

 Así, durante hora y media asistimos al sufrimiento del protagonista para intentar escapar y encontrar ayuda, y claro, a estas alturas el guionista tenía dos opciones; seguir la senda de Buried y meter giros de guión y situaciones que pongan a prueba al protagonista o seguir la de 127 horas y deleitarse con el dolor de las heridas y la angustia mientras una serie de flashbacks intentan entretener al espectador. "Wrecked" opta por todas y a la vez por ninguna, los giros de guión son nulos y únicamente es la memoria del protagonista que poco a poco va recordando lo sucedido, por otro lado el director, consciente de que su película va a ser un aburrimiento, engaña al espectador introduciendo elementos que el protagonista imagina y que el espectador en seguida caza.

 Por tanto, no tenemos historia, no hay prácticamente desarrollo, todo se basa en las caras de Brody y su intento de recordar, y ni siquiera hay personaje, ya que es más bien un animal herido que se arrastra, tampoco hay apenas diálogos, (salvo los "Fuck" que Brody no para de soltar cada tres minutos) pero eso no importa, porque la gracia de la película debería estar en el ambiente y en la fuerza del realizador para transmitirnos angustia a través de la pantalla... pero es que no hay nada de eso; todos los planos del bosque en los que no sucede nada tampoco sugieren ninguna lírica ni sentimiento, más bien lo que parece es que sirven al director para estirar la duración de la cinta, que podría contarse fácilmente en diez minutos (incluyendo esos tiempos muertos) y no 90.
 Hay un tigre que parece acechar a Brody toda la película y, francamente, a mi no me hubiese importado mucho que se lo comiera a los veinte minutos, me hubiese ahorrado una hora dedicada a mirar a las musarañas.

CALIFICACIÓN:

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