viernes, 9 de abril de 2010

MY WINNIPEG (Guy Maddin, Canadá, 2007)



 La segunda entrada de este blog hacía referencia a una película única y difusa,una maravilla que seguramente no podamos ver más que a través de internet / emule (algo en absoluto ilegal puesto que la obra aún no está licenciada en nuestro país) o mediante importanción. Este trailer, que subtitulé en su día, muestra claramente el devenir de toda la película, en una mezcla entre fantasía, realidad, reproducción de la sociedad, autodocumental y repleto a drede de ucronías históricas.

 Sinopsis: "Una biografía de Winnipeg, el pueblo natal del director. Guy Maddin necesita escapar de su ciudad natal, Winnipeg, situada en el corazón de Canadá, para librarse de una vez de sus ataduras con la familia y la sociedad, la ciudad le ha embrujado y cada vez que intenta escapar acaba volviendo a ser seducido por el nostálgico aroma de su ciudad, sin embargo, esta vez está decidido a recrear los momentos arquetípicos que vivió a lo largo de su vida y de la vida de la ciudad para "exorcizar" esas cadenas que le atan".


El desquebrajamiento de la realidad y la "poética nostalgica:


 Tras el visionado de "My Winnipeg" uno tiene la sensación de haber asistido a un espectáculo de magia circense, con un cúmulo de sensaciones en teoría contradictorias que uno no acaba de entender del todo. Es una mezcla de diversos referentes; thriller psicológico, documental reconstruido y falso documental. Sin embargo, como acertadamente afirma a lo largo del metraje, esta película, que es en todo momento consciente de si misma como entidad fílmica, pertenece a un género único, una mezcla imposible que Maddin agrupa en hora y media de profunda y emotiva sátira. 
  
  My Winnipeg cuenta como ya he dicho una historia autoconsciente; la del propio Maddin que desea escapar de sus recuerdos y de su amor incondicional a su madre, cuyo sentimiento lo retiene inconscientemente cada vez que intenta saltar más allá de las fronteras de su hogar. Todo está construido en torno a la ironía de la propia vida, desde esos apegos freudianos hacia su madre hasta las no disimuladas referencias entre la historia contemporánea del siglo XX y la de Winnipeg. Especialmente hermosos son también esos pasajes en los que el surrealismo se apodera de la historia casi como un acto involuntario del subconsciente dando lugar a perturbadores momentos (la visión de los habitantes como sonámbulos en pena) que a su vez resultan inevitablemente sarcásticos (esos caballos congelados en el hielo que a los ciudadanos les dan tan buena suerte en cierto tema). Maddin usa la poesía para hablar de si mismo y del espectador, posa las ansias de salir de esa ciudad contrarrestadas por un ambiente entre decadente y romántico, que, como el protagonista, no podemos dejar de abrazar. Tergiversa la realidad a su antojo para contar su vida y la de su familia, una familia disfuncional que sin embargo es en apariencia el ideal del "American way of life". Baste recordar que estamos en Canadá, o darse cuenta de pequeños pero hilarantes detalles que salpican el metraje para darse cuenta de que hay un abismo entre el discurso y lo que se muestra. Es especialmente divertido el momento ese fragmento de serial dramático "El hombre de la cornisa". No en vano, esta continua  contradictoriedad salpica el leit motiv del film es contradictorio en si mismo: Maddin intenta huir, y para ello, regresa.

  El desquebrajamiento de la realidad: es una frase que hace referencia a la poética con que trabaja este autor. Como ya hemos visto, el discurso y la historia nacen de una realidad subjetiva, con lo que dentro del documental postmoderno podríamos encauzarlo dentro del género del falso documental, pero es mucho más. La parte formal, la estética, está cuidada, al igual que en toda la filmografía de Maddin, y ofrece una continuidad con ésta. De nuevo nos encontramos con un film que parece una obra de los inicios del cine y que, curiosamente, nos propone algo inédito y salvajemente original.. Ese granulado y esa deliberadamente  desenfocada fotografía en blanco y negro es una constante en la obra de Maddin. Además aquí nos ofrece en un par de momentos escenas "sin efectos de postproducción", rodadas de una forma convencional para así comparar y crear una reflexión en el espectador sobre el paso del tiempo, reflexión ésta que es falsa, pues ambos tipos de imágenes son la misma, sólo que una sin decoros, lo que recuerda en cierto sentido a ese bello experimento de José Luis Guerín en "Tren de sombras". Aunque a diferencia de ésta, "My Winnipeg" tiene una constante narración en off, una voz casi de ultratumba que comenta las imágenes y todo el metraje que agradece de un guión brillante. A pesar de ello, cierto es que tanta voz en over llega a cansar y aunque siempre sabe sacar el máximo de cada situación, se vuelve algo repetitiva en ciertos momentos en los que reelabora la historia de la ciudad (la "Citizen girl" o esa revolución bolchevique "canadiense"). 


 En este experimento tienen cabida además los traumas infantiles como la muerte de su padre y el suicidio de uno de sus hermanos, cuyo "reencuentro" (con el actor que lo interpreta) constituye un momento emocionante y a la vez contradictorio, irreal y verídico, de lo mejor de la película) además de su obsesión por el hockey, que es algo ya constante en su obra, traspasando la frontera entre película y película, dejando al descubierto la realidad a través de una farsa, es decir, elabora un relato ficticio para contar una verdad, su yo interior y su cosmovisión del mundo que le rodea, una visión que conecta directamente con cada uno de sus espectadores de un modo íntimo, susurrante.



Obra y milagros de Guy Maddin:
  
 Nacido en Winnipeg, en el corazón de Canadá, desde principios de los 80 comenzó a rodar cortometrajes para más adelante dar el salto a la larga duración, ya era un artista conocido en ciertos ambientes cinéfilos canadienses, pero su reconocimiento como renovador del cine fue "Drácula: pages from a virgin's diary" (2001) una rareza en toda regla (disponible en dvd, por cierto), una versión del mítico chupasangre en clave de cine mudo con técnicas de coloración que se utilizaban en los primeros años del cinematógrafo y otras más postmodernas que, puesto que todo diálogo era suprimido a los intertítulos típicos del cine mudo, su gran baza y su narración era contada a través del ballet y sus métodos narrativos. Los resultados fueron brillantes, se hizo con el premio a la mejor película en el festival de Sitges y a partir de ahí empezamos a conocer más sobre Maddin, al que se le ha calificado recientemente como "El David Lynch canadiense".


 "Saddest Music in the World" (2003) es otra de sus extravagantes obras, con Isabella Rosellini como protagonista cuenta la historia (ya con sonido) de una mujer sumida en la nostalgia que decide crear un concurso a nivel mundial para encontrar el género musical más triste de todos, flamenco, blues, fados, etc. El propio lema de la protagonista es de por si intrigante: "si estás triste y te gusta la cerveza, soy tu dama".
 Otras obras suyas son "Cowards bend the knee" (2003) mediometraje de hockey sobre hielo extrañísimo y Bran upon the brain!  (2006). Su última película "Death of the reel" (2009) aun no he podido visionarla.


"Our Winnipeg"


 No tengo ningún reparo en afirmar que "My Winnipeg" es la mejor película de Maddin hasta la fecha, especialmente por un hecho insólito en el cine actual, esa complicidad con el espectador, que en todo momento se siente partícipe de la película. Consigue, a través de su tono surreal, de burla y de amor a sus orígenes, calar en cada uno de nosotros, ejerciendo una labor de "espejo" en el que mirarnos. 
  Winnipeg es el centro de su mundo, y (como en esas imágenes del principio) el vientre materno, del que nunca quiso salir, el propio mapa de Winnipeg se funde con la inquietante imagen de la vagina de la madre (en tono naive, nada pornográfico). El deseo freudiano por regresar al útero materno es inherente a todo el metraje, así como ciertas escenas parecen contar mucho más de lo que a simple vista parecen.


 En resumen, una joya inclasificable, que no es documental ni cine de ficción, pero al mismo tiempo sí que lo es, un emocionante viaje hacia uno mismo que consolida a Maddin como uno de los mejores directores vivos y a su obra como la más original y renovadora propuesta del cine mundial actual.


Calificación: 3,5 / 5













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