martes, 10 de enero de 2012

Velvet Goldmine (Todd Haynes, 1998)


 "Deja tus expectativas en la puerta" es la frase que puede leerse en el poster de esta "cult movie" de 1998 y, sinceramente, creo que más que una sugerencia en este caso es una obligación, ya que sean como sean tus expectativas  antes de verla, "Velvet Goldmine" es una patada de originalidad dentro del drama musical-biopic.

 Para empezar podríamos dar varias sinopsis completamente distintas que harían justicia a su argumento; así, puede ser la historia en torno a un periodista (Christian Bale) que en los años 80 le piden que escriba un artículo sobre el décimo aniversario del asesinato fingido sobre el escenario de Brian Slade (Jonathan Rhys-Meyers), superestrella del glam de los 70. O bien podría ser la historia de un cantante de folk que crea un personaje andrógino y extraterrestre para triunfar y se acaba confundiendo con él. O bien la trama gira en torno a una joya del espacio exterior que cae junto a un recién nacido Oscar Wilde y que otorga talento y bisexualidad a todo el que la posee.

 Todas ellas tramas entrelazadas que no llegan a formar nunca una película coral sino algo distinto, de alguna forma, el objetivo de "Velvet goldmine" no es diseccionar la etapa de glam rock de los setenta sino transmitir el estado de ánimo y su extravagante contracultura al espectador de hoy. De esta manera, los personajes protagonistas son alter-egos de las estrellas de esos años, así, el personaje Brian Slade está inspirado en David Bowie durante su etapa en la que "interpretaba" dentro y fuera de los escenarios a Ziggy Stardust, un alienígena andrógino y bisexual que quería conquistar la tierra a base de mentiras. Precisamente la mentira es parte de este juego de rock and roll llamado glam, en el que el propio Bowie creó un personaje con el que se fundió durante años hasta que los fans le "matan" figuradamente (en el inicio de la película el personaje es asesinado sobre el escenario, algo que nunca llegó a pasar pero seguro pasó por la mente de Bowie). A raíz de ahí se reconstruyen los hechos de esa época de color y lentejuelas, de homoerótica, excesos y libertad que se contraponen con unos años ochenta que la cinta retrata como oscuros, decadentes e incluso fascistas, en la que el sida acabó con la utopía de una total liberación sexual y resucitó tabúes que habían empezado a extinguirse.
Ziggy Stardust (Bowie) frente a Brian Slade (Rhys Meyers)
Rock is dead...

 Es precisamente el título de una canción de Marilyn Manson de 1999 en la que hacía referencia al glam rock y la iconografía de la época de Ziggy Stardust y The Stooges. Precisamente esta misma visión pesimista es la que transmite el film en las escenas intercaladas en que vuelven a los años 80. De alguna forma esa muerte en el escenario de Ziggy (en la película Brian Slade) y su resurrección como cantante republicano estadounidense hace presagiar unos tiempos sin originalidad y el surgimiento de los cantantes-productos que están por todas partes hoy en día, no en vano, se comenta que la principal referencia que tomó el director Todd Haynes para la parte en que recrea los 80 es la famosa novela de George Orwell "1984", que Bowie además aludía en una canción suya.

 Además del carisma que desprende Brian Slade (un genial Jonathan Rhys Meyers, por cierto) y sus planificadas contradicciones y salidas de tono, cabe destacar la figura de Curt Wild (Ewan McGregor), un personaje inspirado en Iggy Pop (por su irreverencia, su jugueteo sexual y verbal y su relación platónica con Bowie) y Lou Reed (cuyos padres le daban terapia electroshock para "quitar" sus deseos homosexuales). Además de varios personajes que los entendidos reconocerán al momento y personajes inspirados en aquellos que rodeaban a Bowie como su mujer (interpretada por Toni Collete) o los distintos managers que Brian utiliza y trata como muñecos sin sentimientos.

 De esta manera, como de una biografía no autorizada de Bowie (no dejó que usaran su música para el film, supongo que porque no sale muy bien parado) "Velvet goldmine" sobrevuela el terreno del musical en la que las canciones más que contar la historia la van sugiriendo, con versiones de canciones con grupos como Placebo o Shudder to think que componen una banda sonora exquisita, aunque la palma se la lleva un montaje frenético en ocasiones y lento y melancólico en otras pero sobre todo potente, que llena la película de una extraña arrítmia que le sienta muy bien y la convierte en única. Por otro lado algunas escenas poseen un lirismo precioso, en el que la teatral música se mezcla con poemas del propio Oscar Wilde en momentos que recuerdan al mejor cine de Terrence Malick.

  Pero además me gustaría insistir en lo bien planteada que está la iconografía de la cinta, utilizando esos diseños imposibles de que hacían gala los rockeros glam como si fueran actores de una función inexistente, la realidad que modelaban a su gusto como mesías mientras cientos de fans les coreaban y juraban amor eterno. "Velvet goldmine" es, por tanto, una reflexión sobre la fama y de la mentira que se crea en torno a ella de la que todos somos conscientemente partícipes (actualmente sucede algo parecido con Lady GaGa), pero también es una visión.

 El estreno, referencias, curiosidades y repercusión

 El título de la película hace referencia a esta canción de David Bowie, aunque no está incluida en la banda sonora debido a que Bowie no quiso ceder sus derechos. La película se estrenó el 6 de noviembre de 1998 en Estados Unidos con estreno limitado (apenas 85 pantallas) y aunque ahí fue un fracaso de taquilla, en el resto del mundo fue mejor y acabó recaudando más de los nueve millones que costó. En cuanto a la crítica, fue discordante ya que a pesar de estar seleccionada en la sección oficial para la Palma de oro en Cannes la cinta era tan extraña que no se entendió, aunque se llevó el premio a la mejor contribución artística. En Estados Unidos, capital del puritanismo, se entendió mucho menos. 

  La película está repleta de curiosidades y referencias, especialmente al mundo de la ciencia ficción y al rock, de modo que casi cada plano puede encontrar un sentido más allá de su composición estética sino con referentes culturales de la época (utiliza mucho los zooms, tan de moda en aquellos años), la canción "The ballad of Maxwell demon", compuesta para la película, contiene referencias a la distópica novela "Fahrenheit 451". El nombre del alter-ego de Brian Slade en la película, "Maxwell demon", hace referencia a la segunda ley de la termodinámica y es que, en general, cada nombre, cada plano e incluso cada prenda del vestuario tiene un sentido claro que el espectador puede reconocer y recomponer como si de un puzzle se tratase. 

 Ante todo hay que destacar la valentía con que Todd Haynes llevó a cabo esta película, después de esta dirigió el drama "Lejos del cielo", también sobre la homosexualidad y el racismo pero en los años 50 y en el contexto del "american way of life" que valió una nominación al oscar a Julianne Moore. En 2007 filmó otra rareza "I'm not there", sobre Bob Dylan separada en fragmentos, cada uno interpretado por un actor distinto que representa un carácter diferente del cantautor. En la actualidad es el encargado de la serie "Mildred Pierce" con Kate Winslet. 

 Volviendo a "Velvet goldmine", creo que es una de esas ocasiones en que muchos no estarán de acuerdo conmigo en mi valoración final pero considero ésta una de las mejores películas de los noventa, de las más arriesgadas y originales pese a tratarse en el fondo de un biopic. Y es que muchos critican su pronunciada arritmia a lo largo de las dos horas que dura, su mezcla de géneros (musical, drama, biopic y hasta documental) y un arco temporal que desconcierta en varios momentos pero, francamente, creo que es una película que reivindica precisamente una forma distinta de hacer cine, que propone que la arruga es bella, y lo hace también desde el propio montaje, arriesgando en cada escena. Siempre he creído que para que algo sea perfecto no tiene por qué adherirse a una norma o, por ejemplo, tener una realización perfecta (véase John Ford o Clint Eastwood), creo que a veces la propia imperfección es la base de la perfección.

 Por todo ello, a pesar de la melancolía y nostalgia que impregna la película, al final uno termina de verla con una extraña sensación de alegría y ganas de cambiar el mundo, como si fuésemos los nuevos poseedores de esa joya del espacio exterior que pasa de mano en mano dando a su portador un talento de otro planeta.


Calificación: 


1 comentario:

  1. Está muy bien esta web. Está llena de contenido muy interesante. Me gusta, sigue así de bien. Un beso

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